martes


 SALDO

En la hermosa primavera de 1952 cumplirás dieciséis años y tal vez te sentirás tentada de hojear este libro […] Todos los sueños, todas las esperanzas, todas las ilusiones bailarán, espero, día y noche, a la luz de tu cabellera, y yo sin duda ya no estaré allí, yo que sólo desearía estar para verte.
André Breton, El Amor Loco, 1937


A pesar de la discutible abundancia que me rodeaba
A solas a menudo descubrí el vacío y la imposible
Potencia de transformar el orden que nos rige,
Como si fuéramos peces en un mar demasiado inmenso
Para conocer la distancia que nos precisa una maravilla.
Supe que sólo tú eras la medida de mi soledad
Y mi fortuna, que tus ojos eran los que abrían desde entonces
El amanecer y era tu sueño el que abría la noche
Y tus primeras palabras el páramo del lenguaje
Donde toda sílaba era sensible como el algodón. Hacia ti
Se volvió la vida y en ti el vacío parecía lleno.
Es sabido que la abundancia no existe como las cosas,
Con el tiempo uno descubre que las cosas te empobrecen
Y que la riqueza está en otra parte. ¿Cuál es mi fortuna, cuál
Mi pobreza? En esas preguntas hallarás un quid y finalmente
Una fórmula. Las cosas son objeto de consumación de la vida
Ya sea por su fugacidad o por su aparente eternidad, pues
La mayor parte de las veces nos sobreviven en cuanto cosas
No en cuanto a propiedad. Lo de uno es pura abstracción
A veces abstracción del amor que busca detener inútilmente
Lo que el tiempo transfigura. Por eso, cada vez que te nombro,
Cada vez que te recuerdo o invoco, más allá de toda devoción mundana,
Me despojo de mí y me siento adulto como un árbol milenario,
Libre, como un desaparecer hacia la verdad de uno mismo. Y tú
Eres llave y señal de ese portal que conduce a una zona a la que me llevas
Y a la que te invito, para que observes la obra invisible que el amor construye
Y de la que formas parte incluso sin saberlo, y así no vengan otros
Con sus añagazas a mostrarte caminos y ambiciones
Que te alejarán de tu verdad y del mundo al que realmente perteneces.

Escribo estas líneas de abundancia para morir.
Sobre el papel dispongo que al padecer la futura
Decisión ineludible de la naturaleza, me vuelva a través de ti
A una condición más vívida, ya despojado de toda trivialidad.
Si nombro a la muerte inevitable es para que la alegría que restallas
La difumine en tu secreta subjetividad. Imagina una casa donde podrás
Visitarme, donde sentados a la mesa tendremos la conversación
Más intensa que se pudiera establecer, cada vez que lo dispongas
Te aseguro que responderé desde el más acá que construyo
A lo largo de estas líneas que tal vez no alcanzo a terminar. Así
De efímera es la condición del hombre, y siento que debo continuar
Por ti y para ti con este trabajo de vivir más allá del instante. Moriré
Quizás de qué manera, eso no lo elijo, pero viviré de un modo
Adecuado a la música subterránea donde el acorde reune
A las estrellas con tus ojos, y en última instancia a ti y a mí
Como sombras luminosas en medio de la sombra, como mares
Que se continúan en el cielo y se abrazan como el ramaje
Acoge a la lluvia, o como el rayo solar es acogido por la flor.
Viviré, te digo, como he vivido hasta ahora, regido por la norma,
Y al mismo tiempo fuera de ella, en los suburbios de la libertad.
Ahí es donde hallarás mis pecados, pero tal como te lo cuento,
Sabrás que el pecado no existe, pues si algo he ofendido
Fue al devorador que quiso alejarme de mí mismo, el mismo
Que te buscará para someterte y allanarte. Sabrás cómo
Lidiar esa guerra inevitable. Si te sientes abatida, háblame
Y nos juntamos en esta casa imaginaria, llena de pausas y puertas,
Ventanas y luz, donde viviré para siempre, si así lo decides.

La belleza del cuerpo, rara alquimia genética, como un matiz
Soberbio de la naturaleza, es un regalo que abre mil puertas,
Ángeles y demonios se disputan ahí amor y desamor. La grandeza
Propia de lo extraordinario choca a menudo con esos pivotes
De la vida cotidiana. La belleza del cuerpo y del rostro, como te digo,
No debería ser más que una puerta hacia otra belleza más vasta
Y profunda, que trasciende la pura vicisitud, debería ser un bien
Para que otros pudieran sentirse irradiados, contagiados de un virus
Hermoso como tus ojos. Sí, que ese colorido inspire en otros
Una pequeña plenitud que los transporte de sus pequeñas desgracias,
Que inspire en otros obras y no regalos, vigor y no melancolía.
A cambio y gratuitamente, deberías ser amada. Que tu belleza
No se envanezca en medio de la multitud, y se comporte
Como el silencio suscita la música, o como una pieza diminuta
Se ubica en el centro de una máquina soñada. Que la evanescencia
De la belleza sugiera una eternidad al alcance de la gente buena
Para apaciguar también el dolor de vivir, y completar la ruina
Que esencialmente somos de nosotros mismos. Que de la belleza
A la inteligencia exista un puente imperecedero, y sea la guardiana
De esos paraísos usuales que la gente anhela y tú misma intuyes
En medio de la contingencia. Una luz, cuyo espejo sea al menos
La tierra, al menos el universo, y no se separe de la noche que abraza
Indolente cuando no sabemos qué hacer, y desesperamos. La belleza
Del cuerpo debería ser moral del cuerpo, sueño hecho de ti.
La belleza no es premiada sino un bien del mundo
De lo contrario puede transformarte en una nada como nada es
El viento sin ramas ni follaje que suene, como nada es el amor sin objeto,
Como nada es la muerte que no corona una vida.

Errar es errar el camino, andar y equivocar, equivocar y andar
Pero no acertar el camino, pues no hay camino, como dijo el poeta,
Que no surja del errar. Lo otro es mentira, y te mentirán a cada instante
En nombre de la certeza. Te digo esto por varias razones. Primero,
En nombre de lo real, para que reconozcas al enemigo o al cobarde
Que buscará invariablemente corregir el impulso que te guía
En nombre de una realidad que no es de este mundo, con autoridad
Religiosa, con ideología económica, querrá detenerte en un punto
Para despojarte de tu estrella, y te aislará o te utilizará. Segundo,
En nombre de las ciudades, para que no las habites como si fueran
Muros que continúan muros, calles que se repiten infinitamente
Hasta cerrarse en el solipsismo. Las ciudades son
El producto de humanos que a través de milenios
Poblaron la Tierra caminando, África y Oceanía, y de pronto
Se vieron constreñidos por el trabajo a la inmovilidad del espíritu.
Las ciudades se fundaron finalmente obliterando los muros y abriendo
Los caminos hacia el paisaje. Tercero, en nombre de los viajes,
Para que los paisajes se dibujen en la huella y en el ojo que se traslada
Fijando tan sólo una luz que siempre es centro de un entorno
Cuyo único límite horizontal es el horizonte y vertical el cielo
Y la tierra. Por ejemplo, de la selva de Yungas no recuerdo
Ni el agravio de una mujer ni los mosquitos ni los nombres
De esos pueblitos encrestados en los montes frondosos, sino
El árbol que de noche se cubrió de luciérnagas encendidas
En la intermitencia fabulosa de la electricidad biológica, situando
Un centro de luz en la oscuridad amorfa, como un menhir
En el cromlech universal, cuyo entorno abierto invita a partir
Desde un centro de luz hacia direcciones donde ida ni regreso
Tienen sentido, porque quien conoce su estrella
Jamás pierde su centro ni su horizonte mientras se mueve
A través de la transfiguración del espacio. El paisaje nunca está
Donde lo dejamos, te espera y te impulsa, y te funda.

También el sueño te instiga, como dice el poeta, el hombre
Es una nube de la que el sueño es viento ¿Imaginas
Una vida de acción sin que el sueño le dispensara sentido
Más allá de la ordenanza usual en que nos quieren calar
A cada rato, como si fuera natural y reconfortante?
De las cosas que he perdido concretamente, he conservado
El sueño de poseerlas todavía, no como un puro recuerdo
De lo que fueron, sino como un ideario que se inclina
Hacia el futuro, y cuya materia se conforma
Por esa eternidad que el sueño confiere a las cosas y a la vida.
El olvido es ilusión, la experiencia se graba y la acción soñadora
Es la cinta que pasa una y otra vez como una música
Que solivianta lo escondido e ilumina la sombra e invierte
Lo reprimido y conserva el impulso y prevalece en el día
Como en la noche y representa hacia atrás como hacia delante
Y se modifica una y otra vez para que te veas a ti misma
En esa realidad cuyo sueño la hace real y te incita y te pervierte
Y te santifica. Te propinarán muchos sueños prestados en desmedro
De ti misma, sé precavida con los dominadores abstractos
Que a lo largo de toda la vida querrán arrancártela
Tal como viejas sectas te usurparían el corazón. Mira hacia abajo
Porque ahí están las alturas de la jerarquía social, el sueño
Nacido de la miseria es más valioso que el nacido de la mezquindad.
Paso a paso verás pasar tu vida futura, tus hijos, tus maridos, tus
Enemigos, tus triunfos pequeños o enormes, descubrirás, ya los habías visto
En la ruleta del sueño donde todo cabe menos la muerte.
Pienso en un mapa, en una geografía donde zonas
De la vida pueden ser vistas en toda la extensión
De sus territorios. Los sueños yacen en el centro del mapa,
Pero si observas con detenimiento descubrirás
Un velo bajo el cual consta la vida, me refiero
A la vida en su aspecto más concreto, a la vida cotidiana,
Que como una pista de despegue soporta las ondulaciones
Que el sueño eleva y releva como bandadas de pájaros.

Bien sabrás que el oficio de poeta no acarrea
Grandes beneficios económicos, y no esperarás por cierto
Una herencia cuantiosa por mi parte. Un vago prestigio
Social e intelectual obtendrás en ciertos círculos
Donde yo mismo eché canas. Pero debo decirte
Que conocí poetas y escritores que hallaron en los libros
Y en las bibliotecas su verdadera devoción, de no ser
Por el gusto por las mujerzuelas, el vino, el cine
O alguna otra perversión, todo les parecía superfluo.
Otros, amaron por sobre todas las cosas el conocimiento
Y vieron en este austero oficio el camino de su espíritu.
No es mi caso. En un comienzo, creí que la poesía desbordaba
Toda institución y que el poeta era el hombre más importante
De la tribu. Con el tiempo, la poesía se me hizo difícil
Y descubrí que no era capaz tampoco de alejarme de ella
Pero le reproché mis miserias. Si alcancé alguna fama
Fue cuando ya no significaba nada para mí. Si hice un verso
Que penetrara los duros corazones de mi época, fue
Por una pura casualidad. Sólo quise decir la verdad
Y eso parece simple, pero no lo es. Demasiado desnudo
Ante una pantalla vacía, se reconoce uno en la más profunda
Soledad. Haber sido una buena persona, un buen amigo
Y un buen padre, serían para mí un logro mayor
Que una obra tan imperecedera como imperdonable. Uno vive
Para vivir, no para morir, y en ese tiempo absurdo y dadivoso
Algo debe uno hacer según sus inclinaciones. Por eso
La poesía te escribe conmigo esta herencia de los años
Donde el amor de un padre persiste en la forma de la letra.
Pero tú, cuando ya esboces el carácter definitivo, hallarás
En la poesía tal vez algo más que una reliquia familiar
Tal como sería mi deseo, para que fueras si no feliz
Al menos libre de la estupidez que cada día se instala
A nuestro lado, en tu casa, en la mía, en todas partes.

No amo sino para ti las cosas de este mundo,
Por ti miro los pájaros e imagino el destino alucinante
De la naturaleza, el vuelo de las hojas hasta caer suavemente
Sobre la tierra del patio. Y vuelo yo mismo hacia mi juventud
Y me río despacio por los pequeños desmanes y las pasiones
Desmedidas que se alojaron para siempre en mis recuerdos.
A mi vida, por motivos que desconozco, debo el sentimiento
De la muerte. A ti, a tu vida incipiente, debo el sentimiento
De vivir. Ninguna plenitud anterior o posterior a tu nacimiento
Iguala la luz de tu estrella. Pero maldigo sin que me oigas
Las manos que te arrancaron de mí, maldigo susurrante
Toda la ley que nos separa, a pesar de Tribunales y peticiones,
Maldigo a políticos y canallas que dejan dormir en carpetas
Nuevas leyes para los padres. Pero sobre todo amo el día
Que la ventana me regala, amo los largos sábados en que te subes
A la silla del auto y partimos libremente hacia la conversación
De los niños. El lenguaje es una facultad que supera la belleza.
Cruzaremos con naves imaginarias las aguas del tiempo
Y veremos surgir de las profundidades fabulosas criaturas
Salpicando espuma. Cruzaremos bosques matinales donde
Nos espera el hogar de pequeñas y coloridas hadas. Nos
Cuidaremos del sol de marzo en la sombra de los pinos.
Y de pronto regresamos al portón donde te fugas, donde
Te fugan, un beso, una seña, una risa, una invitación imposible.
El tiempo tendrá que ocuparse de estos asuntos inconclusos
O tú misma cuando crezcas tal vez impongas una voluntad
Que ninguna ley de la República pudiera reprimir. Nunca es tarde
Para la voluntad del amor, me hallarás donde me busques
Porque mi espera es eterna y ubicua, dolorosa y feliz. No
Sabía que el amor tiene ojos de niña, no tenía cómo prever
Sin que nacieras, que el amor no proviene de uno mismo
Ni es uno su depósito, no sabía de esta ráfaga de colores
Que como un viento huracanado tiñe la piel para siempre
Al igual que un tatuaje de ángel con tinta de grafeno.



Sergio Madrid

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