viernes

TERRITORIO Y PAISAJE: MODELOS FOTOGRÁFICOS


Fotografía y visualización territorial.

La fotografía nace durante el siglo XIX e inmediatamente es utilizada como herramienta por las naciones modernas emergentes que la vieron nacer, las cuales la utilizaron de forma preferente como medio al servicio de una visualización territorial, tanto de sus propios territorios (lógica de constituir un imaginario y conciencia nacionales), como de otros más allá de sus fronteras (lógica de la colonización y de los viajes exploratorios de conocimiento y conquista).

En este contexto una de las labores incipientes que se le asigna a la fotografía es la de generar un acta fotográfica del patrimonio cultural de la nación, en gran medida para acreditar la identidad nacional y poder afirmarse y propugnarse como medio de expansión de su influencia política y económica en el resto del mundo.   

De esta manera la fotografía como proceso de apropiación visual del Estado viene a sumarse a otras instituciones del poder inventadas a mediados del siglo XIX, según menciona Benedit Anderson, como son el censo, el mapa y el museo, todas estas herramientas de un mismo programa, todas ellas con una orientación cuantitativa dominante en función tanto del poder como del conocimiento.

Lo que la fotografía propone al territorio en este sentido es darle cuerpo y hacerlo visible: recorrerlo, explorarlo para luego identificarlo y clasificarlo, y hasta controlarlo y manipularlo: con este objeto se propusieron numerosos viajes y excursiones fotográficas, para convertir en imágenes espacios susceptibles de apropiación cultural, militar o económica.

En una ponencia realizada por Antonio Ansón, en la cual expone acerca de las diferencias entre territorio y paisaje desde esta óptica del poder y del imaginario, nos cuenta: "el territorio responde a un proyecto político, y como tal desarrolla unas herramientas culturales, iconográficas, al servicio de ese proyecto territorial. El paisaje tiene que ver, nunca mejor dicho, con el imaginario, entendiendo por imaginario un conjunto de imágenes que un individuo o una sociedad cultivan en tanto que bagaje y referencias culturales. Es obvio que el territorio necesita o promueve su propio imaginario para visualizarse, y hacer del imaginario un ideario político. Por el contrario, el paisaje en tanto que patrimonio del imaginario pertenece de manera consciente o inconsciente al ámbito de las experiencias subjetivas e intransferibles, individuales o colectivas".


Del viajero territorial al viajero del paisaje.

Desde la invención de la fotografía en el siglo XIX, la idea de aventura va asociada con la cámara y el fotógrafo adopta el punto de vista de un viajero. La publicación de las primeras revistas ilustradas y la expansión colonial impulsaron una serie de desplazamientos, excursiones y viajes de fotógrafos por los diferentes continentes y a las regiones más extremas del mundo, cuya misión será la de recorrer países exóticos extrayendo de ellos variadas vistas, muchas de ellas tomadas por encargo, comenzando con ello la recopilación de millares de fotografías de lugares inéditos, cuya función primordial, más que estética, será la de ampliar y renovar la imagen que en Europa se tenía hasta ese momento de otras latitudes geográficas.

Para apreciar el impacto que la fotografía tuvo en el mundo, recordemos que había pocas oportunidades para visitar otras tierras, y se dependía exclusivamente de la exactitud de las narraciones, notas y dibujos de los exploradores. La fotografía hizo posible que una proporción mucho mayor de personas pudiesen ver por sí mismos las imágenes de países lejanos, y así, al menos disfrutar de una experiencia indirecta.

Si bien tanto el territorio como el paisaje surgen y se desarrollan en relación al viaje, también es cierto que ambos lo hacen de distinta manera, atendiendo a diferentes objetivos y resultados. Contrario al paisaje, para el territorio el viaje tiene un propósito específico, que dice relación con la topografía, la antropología, la preservación de monumentos, etcétera. En general, se puede caracterizar el viaje territorial atendiendo a estos objetivos, como la enumeración descriptiva por ejemplo, acorde con su aspiración a una objetividad científica.  

Antonio Ansón, en el contexto de estas diferencias entre paisaje y territorio, asimila la figura del turista al territorio y la del viajero al paisaje: "Las imágenes del turista que viaja son instantáneas territoriales. En primer lugar, porque el turista no es un viajero. Y porque sus instantáneas, al capturar los sitios que visita, tienen como objetivo dejar constancia de que pasó por allí y lo que vio ahí está, para ocupar un lugar en el álbum, en el catálogo territorial de su memoria. La finalidad del viajero no es llegar a destino, sino que el viaje propiamente dicho. El lugar del turista, del viajero territorial, está enajenado. Unos y otros están allí para nombrar, para poner nombres. El lugar del paisaje es el viaje mismo, la experiencia del viajar. Por eso la distancia es necesariamente más corta, porque se acerca para confundirse con el paisaje. Paisaje y viajero son la misma cosa".


Paisaje y Territorio: modelos fotográficos.

Según nos relata Ansón, los conceptos de paisaje y de territorio se encuentran estrechamente asociados con la noción de distancia, la cual se manifiesta en la fotografía mediante la elección de diversos procedimientos técnicos.

Es así como en la concepción de territorio el sujeto se aleja para ver más: "Cuanto más distancia separa al observador del horizonte más campo de visión es capaz de abarcar. De ahí que los proyectos fotográficos territoriales tengan como misión prioritaria abarcar, y la expresión formal de esa visión sea la panorámica". Y, por el otro lado, la experiencia fotográfica del paisaje vendría a ser introspectiva, subjetiva, y en cuanto tal no buscaría la distancia sino por el contrario la aproximación: "En la visión territorial la dominante es la máquina. En la visión paisajística la medida es dictada por el ojo. (...) El formato paisajístico confluye e incide en los pormenores, en el apunte parcial". En el paisaje no hay un punto de vista único desde el cual ordenar: la visión es una suma de distintas vistas que se completan o se contradicen. En este sentido sería que el discurso paisajístico, más que describir los paisajes, describe la mirada.

Sin embargo una primera aproximación de la fotografía pretendidamente territorial y objetiva, reivindicará más tarde su visión paisajística y por ende subjetiva. En este sentido podemos citar a autores que llevan a cabo subversiones del formato panorámico como lo venimos exponiendo, como es el caso de las fotografías panorámicas de Josef Koudelka en Gales, o las fotografías de Luís Vioque en su Viaje imaginario, que son paisajísticas y no territoriales, porque el uso que ambos fotógrafos hacen del formato tiene lugar en la distancia corta y de manera subjetiva. De manera similar el fotógrafo Raymond Depardon se rebela contra el formato territorial utilizándolo en sentido vertical. Si la retórica territorial desarrolla una visión que se expande en sentido horizontal, la visión paisajística tiene como propósito mirar en profundidad, hacia adentro más que hacia afuera. Y es así como Depardon utiliza el formato panorámico, comprimiéndolo al darle la vuelta y convertirlo en una visión introspectiva.

Cabría entonces, finalmente, preguntarnos junto a Ansón: "¿Qué diferencia a los fotógrafos del territorio de los fotógrafos del paisaje? La distancia y el lugar, que actúa directamente sobre la finalidad y el sentido del viaje. Para Francis Firth, Egipto representa explorar el afuera, mientras que para Bernard Plossu, desde su primer libro Egypte, es la crónica de un desplazamiento personal".

(...)



Antonio Ansón (de momento...)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario