martes


LUGAR


1. Definición

En el uso ordinario, lugar significa principalmente dos cosas: la posición en la sociedad y la ubicación espacial. El estudio del status pertenece a la sociología, mientras que el estudio de la ubicación pertenece a la geografía. Sin embargo, los dos significados se solapan en gran medida: uno parece ser una metáfora para el otro. Podemos preguntar, ¿cuál de los dos significados es literal y cuál es una extensión metafórica? Considérese, primero, un problema análogo con la palabra “cerca”. ¿Es el vocablo principalmente una medida de las relaciones humanas, en el sentido que “John y Joe son amigos cercanos”, o bien es fundamentalmente una expresión de distancia relativa como, por ejemplo, cuando decimos que “la silla está cerca de la ventana”? De mi discusión precedente sobre el espacio, está claro que creo que el significado de las relaciones humanas es el básico. Estar “cerca” es, ante todo, estar cerca de otra persona, de quien uno depende para la seguridad emocional y material mucho más que para los hechos no-humanos del mundo (Erickson, 1969). 

Es posible, como sugiere Marjorie Grene, que el significado principal de “lugar” sea la posición social más que el conocimiento más abstracto de ubicación en el espacio (1968: 173). La ubicación espacial deriva de la posición social y no al revés (Sorokin, 1964). El lugar del bebé es la cuna; el lugar del niño es el cuarto de juguetes; la distancia social entre el presidente de la junta y yo es tan evidente en los lugares en que nos sentamos en la mesa del banquete como en los lugares donde vivimos; los Jones viven en los barrios bajos debido a su baja posición socio-económica; industrias de prestigio que requieren trabajadores cualificados están ubicadas en diferentes lugares de las modestas industrias manejadas por mano de obra no cualificada. Ejemplos como estos pueden multiplicarse hasta el infinito. La gente se define sobre todo por su posición en la sociedad, y los estilos de vida correspondientes. “Estilo de vida” no es más que un término muy general que cubre elementos particulares tales como la ropa que la gente viste, la comida que come, los lugares en los que vive y trabaja. El lugar, sin embargo, es más que una ubicación y más que el índice del estatus socio-económico. Es un conjunto único de cualidades que merece estudiarse por sí mismo.


2. El significado de lugar

a. Espíritu y personalidad.

Una clave para entender el significado de lugar se halla en las expresiones que la gente utiliza cuando quieren darle a la palabra un sentido emocional que va mucho más allá de una ubicación o función específica. La gente habla a menudo del “espíritu”, la “personalidad” y el “sentido” del lugar. Podemos tomarnos “espíritu” en el sentido literal: el espacio es profano y sin forma excepto por los sitios en los que sobresale porque se cree que en él viven espíritus. Estos son los lugares sagrados, que inspiran respeto y temor. “Personalidad” sugiere lo único: los lugares, como los seres humanos, adquieren caracteres únicos en el curso del tiempo. Una personalidad humana es una fusión de disposición natural y rasgos adquiridos. Vagamente hablando, la personalidad del lugar es un compuesto de un legado natural (el substrato físico) y las modificaciones forjadas por sucesivas generaciones de seres humanos. Francia, según Vidal de la Blache (1903), Gran Bretaña, según Cyril Cox (1932) y México, según Carl Souer (1941), tienen una “personalidad”. Esas regiones han adquirido “rostros” únicos a través de la interacción prolongada entre el hombre y la naturaleza. A pesar de la acumulación de experiencia, el niño es reconocible en el adulto; y la región lo es a través de las sucesivas fases del cambio que experimentará a lo largo del tiempo y a pesar de sus divisiones entre tierras altas y tierras bajas, o entre norte y sur.
La personalidad tiene dos aspectos: uno impone asombro, el otro evoca afecto. La personalidad que impone asombro aparece como algo sublime y objetivo, existiendo independientemente de las necesidades y aspiraciones humanas. Tal es la personalidad del arte monumental y de los lugares sagrados. Las poderosas manifestaciones de la naturaleza, como el Gran Cañón y el Monte Cervino, son también personalidades imponentes. En contraste, un lugar que evoca afecto tiene personalidad en el mismo sentido que se puede decir que un viejo chubasquero tiene carácter. El carácter del chubasquero viene dado por la persona que lo lleva y que le coge cariño. El chubasquero es para usar y, sin embargo, adquiere personalidad con el tiempo, una cierta forma caprichosa y un olor que es únicamente suyo. Así también, un lugar, a través de la larga asociación con los seres humanos, puede asumir los contornos familiares de una vieja pero aún cariñosa niñera. Cuando el geógrafo habla de la personalidad de una región, puede que tenga ambos aspectos en mente. La región puede ser tanto acogedora como sublime: está profundamente humanizada y aún así el fundamento físico es fundamentalmente indiferente en términos humanos.


b. Un sentido de lugar.

Puede decirse del lugar que tiene “espíritu” o “personalidad”, pero solo los seres humanos pueden tener un sentido de lugar. La gente demuestra su sentido de lugar cuando aplican su discernimiento moral y estético a sitios y ubicaciones. El hombre moderno, se afirma a menudo, ha perdido su sensibilidad. Transgrede en contra del genius loci porque no logra reconocerlo; y no logra reconocerlo porque lo anodino de mucho del entorno moderno combinado con el ethos de la dominación humana ha atrofiado el cultivo de la consciencia de lugar.

El sentido, como en “sentido de lugar”, tiene dos significados. Uno es visual o estético. El ojo tiene que ser entrenado para que pueda discernir la belleza donde esta existe; por otro lado, los lugares bonitos tienen que ser creados para agradar al ojo. Desde un punto de vista limitado, los lugares son ubicaciones que tienen un impacto visual. En una llanura plana los cubiertos y los silos son lugares; en un paisaje accidentado y kárstico, los poljés son lugares. Sin embargo. Además de por el ojo, el mundo es reconocible a partir de los sentidos del oído, el olfato, el gusto y el tacto. Estos sentidos, a diferencia del visual, requieren un contacto cercano y una larga asociación con el entorno. Es posible apreciar las cualidades visuales de una ciudad en un tour de tarde, pero, para conocer sus olores y los sonidos característicos, las texturas de sus pavimentos y paredes, se requiere de un período de contacto mucho más largo.

Sentir es saber: así, decimos “se da cuenta”, o “capta el sentido”. Ver a un objeto es tenerlo en el foco de la visión; es un conocimiento explícito. Veo la iglesia en la colina, sé que está ahí y que es un sitio para mí. Pero uno puede tener un sentido de lugar, en el sentido más profundo del término, sin ningún intento de formulación explícita. Podemos conocer un lugar subconscientemente, a través del tacto y de las fragancias que recordamos, sin ayuda del ojo discriminador. Mientras que los ojos captan una bonita escena de amor callejera y la inteligencia la categoriza, nuestras manos sienten el acero de la verja del colegio y subliminalmente almacenan su frialdad y su resistencia en nuestra memoria (Santmyer, 1962: 50). Mediante estas modestas provisiones podemos adquirir con el tiempo un profundo sentido de lugar. Pero es sólo cuando dejamos un lugar y podemos verlo como un todo desde la distancia cuando somos plenamente conscientes de nuestro apego a él.
(…)


Yi-Fu Tuan


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