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Del viajero territorial al viajero del paisaje.


Desde la invención de la fotografía en el siglo XIX, la idea de aventura va asociada con la cámara y el fotógrafo adopta el punto de vista de un viajero. La publicación de las primeras revistas ilustradas y la expansión colonial impulsaron una serie de desplazamientos, excursiones y viajes de fotógrafos por los diferentes continentes y a las regiones más extremas del mundo, cuya misión será la de recorrer países exóticos extrayendo de ellos variadas vistas, muchas de ellas tomadas por encargo, comenzando con ello la recopilación de millares de fotografías de lugares inéditos, cuya función primordial, más que estética, será la de ampliar y renovar la imagen que en Europa se tenía hasta ese momento de otras latitudes geográficas.

Para apreciar el impacto que la fotografía tuvo en el mundo, recordemos que había pocas oportunidades para visitar otras tierras, y se dependía exclusivamente de la exactitud de las narraciones, notas y dibujos de los exploradores. La fotografía hizo posible que una proporción mucho mayor de personas pudiesen ver por sí mismos las imágenes de países lejanos, y así, al menos disfrutar de una experiencia indirecta.

Si bien tanto el territorio como el paisaje surgen y se desarrollan en relación al viaje, también es cierto que ambos lo hacen de distinta manera, atendiendo a diferentes objetivos y resultados. Contrario al paisaje, para el territorio el viaje tiene un propósito específico, que dice relación con la topografía, la antropología, la preservación de monumentos, etcétera. En general, se puede caracterizar el viaje territorial atendiendo a estos objetivos, como la enumeración descriptiva por ejemplo, acorde con su aspiración a una objetividad científica.  

Antonio Ansón, en el contexto de estas diferencias entre paisaje y territorio, asimila la figura del turista al territorio y la del viajero al paisaje: "Las imágenes del turista que viaja son instantáneas territoriales. En primer lugar, porque el turista no es un viajero. Y porque sus instantáneas, al capturar los sitios que visita, tienen como objetivo dejar constancia de que pasó por allí y lo que vio ahí está, para ocupar un lugar en el álbum, en el catálogo territorial de su memoria. La finalidad del viajero no es llegar a destino, sino que el viaje propiamente dicho. El lugar del turista, del viajero territorial, está enajenado. Unos y otros están allí para nombrar, para poner nombres. El lugar del paisaje es el viaje mismo, la experiencia del viajar. Por eso la distancia es necesariamente más corta, porque se acerca para confundirse con el paisaje. Paisaje y viajero son la misma cosa".


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