BUSCANDO ESCOMBROS / MONTAÑA DE ESCOMBROS
Esta voluntad hacia lo público de
su trabajo lo conjuga con su interés ciudadano hacia la desintegración de
edificios y casas que implican los procesos de demolición en la ciudad. Y si
bien una demolición puede significar la destrucción de un edificio, asimismo se
presenta como la apertura de un descampado nuevo. Es así como en Rótterdam la
artista observa que los fragmentos de la desaparición de un bloque de casas
despejaban el paso hacia los jardines interiores, los cuales forman una de las
importantes reservas verdes en el centro de la ciudad. En razón de ello
comienza a convocar a las personas a que asistan a estas aperturas anunciando
las demoliciones al público. Esta estrategia la repite en Saint-Nazaire, en
donde al enterarse de la demolición de un edificio ubicado al frente del Centro
de arte contemporáneo, el cual se asimilaba mucho a éste, decide convocar al
máximo de personas para contemplar el momento en que las máquinas derribaran la
fachada. “Al mostrar un edificio en el momento en que estaba cayendo quería
ofrecer una imagen lo más opuesta y alejada posible de la que los urbanistas
dan de una ciudad” .
Este mismo espíritu de
investigación la conduce a ejecutar una serie de proyectos a partir tanto de la
acumulación de escombros como de su dispersión. En “La montaña de escombros”
apila en el solar resultante de la demolición de una casa el total de sus
restos, quedando en su lugar un cerro constituido por la misma materia de la
casa borrada. Desarrollo opuesto al de su proyecto “Buscando escombros”, que
trata de un seguimiento detallado
respecto al trayecto de
la desintegración propia de una demolición, el cual
la lleva a realizar recorridos por la ciudad que le permiten rastrear una serie
de destinos que encuentran los escombros, tanto de acumulación en un paisaje
periférico como de reutilización y extravío: “Durante los trabajos de
transformación de un edificio en un espacio de arte contemporáneo se realizaron
varias demoliciones. Mi proyecto consistía en averiguar qué materiales de
construcción se extrajeron del edificio: qué cantidad de cada material, cómo
fue extraído y transportado y, finalmente, y sobretodo, dónde fueron a parar.
Esta investigación me llevó a recorridos a lo largo de la ciudad y el campo
para descubrir que hay escombros que acabaron en un valle junto a un río,
formando parte de un paisaje; algunos se fundieron con materiales de otros
edificios para generar formas nuevas, y otros encontraron un uso en el espacio
doméstico. A veces, aunque parezca extraño, era difícil averiguar el paradero
de ciertos fragmentos del edificio, que desaparecieron en algún lugar de Metz”
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