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MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN

Esta consecuencia de su proceso de trabajo se potencia al confrontarlos con sus proyectos en donde opera ya no desde el momento de los deshechos sino desde la reconstrucción mental de un edificio o espacio, mediante el trabajo de medir, cuantificar y pesar, para luego amontonar la reunión de los elementos con los cuales ese espacio fue construido, soportando su propia materialidad disgregada. Tanto los materiales de la demolición como los de la construcción señalan ambos procesos creativos en una misma ecuación relativa a un mundo que permanentemente se destruye y reconstruye a si mismo. Es así como tanto en una acumulación efectuada en la Sala de exposiciones Espacio 2, CAC Málaga, como en otra realizada en Frac Bourgogne, Dijón, Almarcegui lleva a cabo esta misma operación, haciendo peligrar la estructura del edificio que soporta sus propios elementos. Respecto a esta última exposición la artista comenta:     

“El proyecto consistió en descomponer una sala de exposiciones en sus materiales de construcción y colocar esta misma cantidad de materiales en el interior. Cada empresa nos prestaba su producto y lo depositaba allí donde la estructura del edificio podía soportarlo mejor: 26 toneladas de piedra, 24 toneladas de ladrillos de cemento, 15 de arena, 15 de grava, 10 de cemento, 5 de escayola, 4 de fibrocemento, 3 de acero, 1 de pintura, 0,7 de aluminio y 0,5 de lana mineral. Total 107 toneladas. El mayor problema era técnico: ¿Cuánto aguantaría el edificio sin caerse? Era evidente que, si un edificio tuviera que soportar el peso de todos sus materiales de construcción se derrumbaría” .

Este efecto, provocado ante la contemplación de estos elementos apilados, convoca a un trayecto temporal invertido en relación al mismo espacio en donde se sitúa, en un sentido de oposición y de igualdad: los desechos y los materiales nuevos como dos momentos de un mismo proceso, un antes y un después que nos hacen reflexionar acerca de la fragilidad de la naturaleza humana de construir una obra de arquitectura, estructuras en permanente asociación con la desaparición y el olvido, así como respecto al sentido que prima y opera en estas construcciones y destrucciones.

 


Por este mismo motivo me parece que esta operación de Almarcegui se hace más evidente, o por lo menos adquiere una mayor potencia al presentar estas acumulaciones de materiales nuevos de construcción en el espacio público, precisamente a un costado del lugar construido, acechado por una demolición inminente. Es el caso de la obra “Depósito de agua: materiales de construcción”, llevada a cabo en Falsburgo el año 2000. Refiriéndose a esta obra Almarcegui comenta:

“Para hablar de la situación de un deposito de agua que iba a ser demolido lo medí y calculé sus materiales de construcción: 70 toneladas de ladrillo, 35 de piedra, 10 de hormigón y 2,6 toneladas de acero. Coloque esta misma cantidad de materiales de construcción junto al edificio para que, al igual que en un libro de cocina donde se ven el pastel y sus ingredientes, se pudieran ver el edificio y sus componentes. Me fascinaba la idea de que ese montón de materiales fuera similar a como era el edificio antes de su construcción y a lo que será cuando, en un futuro desconocido, sea demolido”







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