lunes

Escarbando muros, levantando el suelo


De la misma manera que estas montañas de escombros o acumulaciones de materiales de construcción se nos presentan como acciones en cuya aparente oposición se ajusta el continuo de una  misma reflexión, aparecen los proyectos en que la artista se dedica a cavar en los descampados y retirar material de la fachada de un edificio industrial, así como los proyectos de levantar para luego cubrir el suelo de espacios de exposición. 

Estas obras se corresponden en una búsqueda por saber qué hay debajo de las construcciones y los espacios que habitamos, pálpitos sumergidos bajo la apariencia de una realidad inapelable y que constituyen capas susceptibles de ser escarbadas, tanto en los descampados como en las construcciones urbanas y en la pavimentación que constituye nuestro suelo.

Si las ciudades poseen una memoria, lugares en donde pueden leerse las identidades colectivas e individuales y la historia en que estas se traman, y si estos espacios son susceptibles de ser suprimidos y sepultados bajo nuevas construcciones, las excavaciones de Almarcegui pueden apreciarse como el gesto  de  extraer  los  restos  de  lo  que  de nosotros allí perdura, insistiendo en la idea de que la ciudad no se levanta desde la nada, y que la acción de borrar ciertas zonas urbanas compone la huella sobre la cual las nuevas construcciones se establecen. Así su propuesta denominada “Cavar”, consiste simplemente en la realización de un agujero realizado en el suelo de un espacio vacío de Ámsterdam: “Me interesaba la acción, estar cada día en ese lugar simplemente cavando, sin saber en qué momento terminaría. Durante un mes extraje algunos restos del edificio anterior, pero sobretodo, saqué agua y tierra. Cuando el agujero medía unos dos metros y medio y cada vez me resultaba más difícil entrar en él y el derrumbe era más inminente, llegaron unas excavadoras al descampado, allanaron la zona y cubrieron el agujero. Y así di por acabado el proyecto” 



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En la misma línea surgen proyectos para espacios expositivos, en los que la artista levanta los diversos materiales que constituyen el suelo, documentando la acción, para luego cubrir el piso como si nada hubiera ocurrido y exponer el registro en la misma habitación una vez restaurada, como en el caso del Rijkmuseum en Ámsterdam, procedimiento que había empleado ya con motivo de una exposición en un recinto ferial en la misma ciudad:  
 
“El plan era llegar a la sala de exposiciones varios días antes de la inauguración con el espacio vacío y levantar el suelo para averiguar qué hay debajo y volver a cubrirlo inmediatamente. De forma que cuando el público llegara el suelo estuviera perfectamente reconstruido y sólo quedara la documentación que cuenta lo sucedido en este espacio anteriormente (el público llega tarde)” . 


 



Su interés de sacar a la luz lo que hay debajo remite no sólo al suelo sino también a lo que hay detrás, en el caso de las fachadas, anexionando el proceso de remover capas de superficie mural a la acción de desnudar una memoria oculta, descubierta en los materiales implicados en su construcción. Esto se enmarca dentro del mismo procedimiento de Almarcegui de distinguir cada uno de los materiales que componen una edificación, medir sus elementos y calcular su masa. Es así como ante la propuesta de elaborar un proyecto de intervención en un edificio industrial, ubicado en Bruselas, la artista comenta:

“Medí cada componente y calculé su masa. El edificio pesaba 4.762 toneladas: 2.460 eran de ladrillo, 2010 de hormigón, 51 de acero, 10 de madera, 2 de cristal, etcétera. En la fachada del edificio me propuse extraer la pintura blanca para ver que materiales había debajo. Durante quince días saqué varias capas de la pared, de forma que los materiales de construcción del edificio y su historia iban surgiendo” .





Así como los agujeros realizados en el suelo actuarían como la perforación de una horizontalidad, superficie o base de un espacio determinado (en donde descubrir una visibilidad para luego exhibir su ocultamiento), podría verse en este descascarar vertical del muro una tendencia a hacer visible un lugar a partir de su destrucción (en cámara lenta). Gestos tan opuestos, a lo menos en apariencia, como pintar una fachada o descascararla, operan en consecuencia al plan de una mirada que quita la piel, como el accionar de un anatomista, o bien que viste de gala ante la irreversibilidad de la pérdida.


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